
Ramiro Pinilla. Las ciegas hormigas. Escribe de forma bronca, hostil, como si no le preocupara no tener lectores sino que prefiriera espantarlos diciéndoles: "No estáis leyendo 'Mujercitas' ni 'El Código Da Vinci' o cualquier otra cosa fácil, ñoña o de moda". O más bien escribe como si sólo quisiera tener a aquellos lectores capaces de hacer el esfuerzo de estar a su altura.
Técnicamente escribe mejor que Pío Baroja, aunque tampoco es un escritor fácil ni agradable, sino premeditadamente despiadado. Se adentra en las situaciones poco a poco (con una economía literaria precisa y cortante) desde los propios puntos de vista de cada uno de los personajes que no se molestan en presentarse a sí mismos, sino que irrumpen con la toda la fuerza expresiva de sus pensamientos, describiendo las mismas escenas tal y como ellos las entienden (mientras avanza la trama) y van desvelando con asumida resignación (como si descorrieran una púdica sábana) todo el cúmulo de pequeños horrores que encierra la gris y dura vida cotidiana.
Me recuerda algo a los cuentos de Ignacio Aldecoa, que también me gustan mucho. Ya no se escribe así, por desgracia. No he leído aún sus últimas obras y por eso me aventuro a decir que hasta él mismo habrá cambiado aunque siga siendo un narrador sin concesiones a la comercialidad, pero si ha profundizado en sus propios trazos narrativos supongo que habrá
mejorado superando cierta ruralidad que le quedaba estrecha porque su obra debe aspirar a ser universal.
Judit Potemkin.
Ya no se escribe así. Es exáctamente lo que yo también he pensado al terminar hoy de leer este maravilloso y rudo libro.
ResponderEliminarMe ha cautivado de tal forma que voy a leer la famosa trilogía de Pinilla; verdes valles, colinas rojas.