
Soy judía laica, hija y nieta de judíos. Como Rosa Luxemburgo, Ella Gartner, Marjorie Agosín, Annie-Paule Desczansky, Leonard Cohen, Woody Allen, Isaac Asimov, Karl Marx, Albert Einstein, León Trotsky, Lenin, Torquemada, Santa Teresa, Adolf Hitler o Raquel García, Hannah Arendt, Miguel Sánchez, Luis Ramirez, Pepe Varela, Andrés Hernández ... y tantos y tantos otros. Algunos con algún tipo de ascendencia judía en sus genes han sido los mayores perseguidores y asesinos de judíos del mundo. Otros son verdugos sionistas que persiguen y asesinan a otras etnias, sobre todo en Palestina. Otros han sido o son víctimas. Hay de todo. No me siento elegida en ningún sentido. En todo caso, ser elegido para tener que ser víctima o verdugo no me parece un honor sino más bien una maldición absurda e insensata. Condeno el genocidio judío, condeno el genocidio palestino y condeno el racismo y la xenofobia anti y projudía a lo largo de la Historia de la humanidad y en la actualidad. Condeno todos los fanatismos y todos me parecen una enfermedad justificadora de asesinatos de inocentes desarmados e indefensos. De modo que soy una paria porque ninguna tribu o aparato me cobija y todos los fanáticos me pueden utilizar como blanco (como a casi todo el mundo, por cierto). Por eso corrijo la entradilla. Soy una humana hembra, hija y nieta de humanos. Estoy en peligro. Si fuera una loba no tendría nada que temer de mis hermanos.
Judit Potemkin.
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