sábado, 5 de septiembre de 2009

Me gusta la lluvia.

¡Vaya calores los de este año! Ya nos vamos pareciendo a nuestras abuelas. Por cierto que no nos vendría nada mal parecernos, porque muchas de ellas son y han sido más progresistas y luchadoras que muchas de nosotras. Pero esa es otra historia. El caso es que cambio climático va o cambio climático viene o nada de nada, el calor destruye, salvo a las niñatas piscineras que esas están más destruídas que los buques de Pearl Harbor.
Yo creo que el calor puede estar bien (y ni aún así) para los pijos que no necesitan currar ni buscar trabajo, porque se pueden dormir de buena mañana mientras los demás curramos o lo buscamos. O también para las piscineras que decía antes que se duermen a la sombrita en la piscina de sus chalets o de los de sus amiguitos, claro, porque no van a ir a las piscinas municipales donde va toda la purrela y tienen que soportar a los hijos de inmigrantes y gitanos.
Yo, aunque no esté de moda y fuera un burgués y tal y cual, digo como Josep Pla:

Si me fuese permitido, haría ahora una pequeña confesión: a mí me gusta enormemente la lluvia, casi tanto como me encanta la bruma y la niebla ... Parece que por estos pagos hay mucha gente que considera que tendría que hacer más sol, que el sol que podemos gozar no es lo bastante envarado, ni lo bastante rabioso, que nuestra luz tendría que ser más dura y explosiva, y el papel secante del cielo, más metálico y esmerilado. Pero yo no puedo evitarlo: a mí me gustan la lluvia y la niebla.
Josep Pla. La lluvia, la niebla.

Y recordad que, como suelo decir: "A pesar de todo, la vida es una aventura fascinante".

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